martes, 16 de septiembre de 2008

El ático



Todo oscuridad. En aquella habitación imperaba la más sórdida oscuridad que uno se pueda imaginar. Un lugar en el que nadie estaría dispuesto a pasar un solo segundo de su vida. Un lugar que podría enloquecer a cualquier ser viviente.

El ambiente silencioso contribuía a que aquel entorno se volviera todavía más espeluznante y tenebroso. Sin embargo, algo rompía aquel silencio. Una respiración entrecortada y agitada se podía apreciar claramente en todos los rincones de aquella misteriosa habitación. Un joven de unos dieciséis años yacía casi inconsciente en un suelo mugriento donde únicamente había suciedad y donde solo las ratas podrían sobrevivir.

Poco a poco el joven fue recuperando la consciencia. Se llamaba Ileas y no sabía donde estaba ni que era lo que estaba haciendo allí. Su mente estaba completamente confusa y la gran oscuridad que lo rodeaba le complicaba mucho más intentar reconocer el entorno en el que se hallaba. Con el paso de los minutos pudo reconocer objetos que lo rodeaban y cada vez apreciaba con mayor detalle como era aquella habitación en la que se encontraba. Le parecía estar en una cárcel pues únicamente un pequeñísimo ventanuco lo comunicaba aparentemente con el exterior.

Unos ínfimos rayos de luz atravesaban el ventanuco que estaba protegido con gruesos barrotes de hierro. En la pared del cuarto había innumerables agujeros y estaba pintada en un tono lúgubre. De repente, Ileas se dio cuenta de que había algo en aquella pared, algo en lo que no se había fijado anteriormente. Unas letras de un rojo intenso decoraban la pared y en ellas se podía leer BIENVENIDO A CASA. Ileas apresuradamente tocó aquellas letras y pudo comprobar que sus manos se manchaban de una tinta rojiza lo cual le hizo saber que aquel mensaje había sido escrito recientemente y sabía que era para él.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante!!! Espero con impaciencia la continuación.

Auuu!!!

Tomas R dijo...

No me gustaría estar en esa habitación, ¡¡¡qué miedo!!!
:-O ¡¡¡Me gusta mucho tu relato!!! Sigue así.
Biquiños