martes, 10 de febrero de 2009

LAMENTO LA AUSENCIA



Siento mucho no haber escrito últimamente pero he estado ocupada con los exámenes de la universidad y no tenía tiempo para escribir porque mi cabeza no aguantaba toda la presión, jejeje.

Espero volver a escribir pronto.

Un saludito, Jennifer

viernes, 31 de octubre de 2008

FELIZ HALLOWEEN!!!!!!!!!

En este día tan tenebroso y terrorífico os aconsejo que no salgais de vuestras casas....

Jjajajajajajajajajaja!!!!!!!!

Nunca se sabe quién podría aparecer detrás vuestra...... Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!

Deseo que paseis esta fiesta lo mejor posible y os divirtais que es lo más importante.

Un saludito escalofriante...JAJAJAJAJA


lunes, 20 de octubre de 2008

La dama




La figura desapareció fugazmente entre los frondosos árboles. Su silueta era muy esbelta y unos largos cabellos negros como el azabache le ocultaban toda la espalda. Corría velozmente como si el mismo demonio la persiguiera, ningún obstáculo la frenaba en su trayectoria. Los sonidos de la noche se hacían cada vez más intensos pero el miedo no invadía su cuerpo. Transmitía una sensación de confianza y seguridad inalterables.

Estuvo caminando durante toda la noche, el paisaje nunca cambiaba, aquel bosque parecía no acabar nunca, sin embargo aquella extraña no aminoraba la marcha. Fue al fin, a la luz del alba cuando el ambiente en el que se encontraba cambió bruscamente. Como surgido de la nada, ante ella se extendía un pueblo de considerable tamaño en el que la tranquilidad y el sosiego eran notables.

Todo el mundo dormía y nadie parecía darse cuenta de la aparición de una extraña doncella en el pueblo. Con la claridad de la mañana podían apreciarse mucho mejor los rasgos de aquella muchacha. Era ciertamente hermosa, su rostro desprendía una gran luminosidad, pero lo que más resaltaba en ella eran sus hermosos ojos verdes. Tan verdes como las esmeraldas que parecían poder atravesar a cualquiera con lanzar una simple mirada. Su semblante era firme y parecía tener las ideas muy claras en su mente.

De repente como si de una loca se tratase empezó a gritar con una intensidad incontrolable. Todos los habitantes del pueblo se despertaron alarmados y salieron de sus casas rápidamente para comprobar qué estaba ocurriendo. A pesar de que el pueblo era bastante grande muchas casas estaban deshabitadas por lo que no habría más de cien personas en aquel momento.

La bella joven empezó a hablar enloquecidamente, diciendo palabras sin sentido que nadie comprendía. Nadie sabía qué hacer ni cómo actuar, cuando en ese preciso instante la joven se desvaneció. La conmoción se desató entre los habitantes:

- ¡Dios mío! ¡Llamen a un médico inmediatamente!

Un apuesto joven apareció de la nada. Era el hijo del médico del pueblo. Rápidamente cogió a la muchacha en sus brazos y ante la preocupación de todo el mundo la llevó a su casa. Nada más llegar la tumbó en una cama y llamó a su padre. Reinaldo era desde hacía muchos años el médico de aquel lugar. Nada más ver el rostro de la joven su expresión se volvió confusa. La exploró concienzudamente y tras finalizar dejó a su hijo Banistter al cuidado de la muchacha.

Poco después de que su padre se marchara algo raro ocurrió. La joven comenzó a balbucear unas palabras que apenas se entendían. Todavía no había recuperado la consciencia, parecía haber algo que le impedía despertar. Banistter prestó cuidadosa atención a lo que la joven decía aunque únicamente pudo distinguir dos palabras: muerte…peligro…

miércoles, 1 de octubre de 2008

El bosque


Ajenos a lo que pasaba por la mente de Ileas, un grupo de hombres charlaban a la luz de la luna. Se encontraban en un bosque muy frondoso y la maleza los rodeaba con un aire amenazador. Uno de los hombres destacaba sobre el resto. Su estatura era sorprendente, cualquiera a su lado parecía una simple hormiga. Tenía unos rasgos muy marcados y avejentados, pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos; unos ojos negros como el azabache y tan penetrantes que cualquiera se podría perder en ellos. Su aspecto lo convertía en un ser que irradiaba terror por todas sus partes.

Los demás miembros del grupo no parecían demasiado peculiares, únicamente resaltaba la gran cantidad de vello que cubría sus cuerpos. Todos parecían nerviosos, la intranquilidad y temor se apreciaba en el ambiente. En ese momento Centílope, el más alto de los hombres rompió el incómodo silencio:

- No debemos preocuparnos, sabéis que no tenemos nada que temer. La única persona que podría hacer fallar nuestro plan está en nuestras manos y nunca se convertirá en un peligro para nosotros. Le he encargado a Freudun que no bajara la guardia y lo vigilara muy de cerca.

- Sabes que no nos podemos confiar. Cada día noto en mayor medida que el poder del Elegido está aumentando a pasos agigantados. Debemos ser lo más prudentes posibles hasta que todo esto se acabe. Nada debe interrumpir nuestro trabajo.

- Tienes razón Raudonylos, no debemos confiarnos pero vamos a concentrarnos en lo realmente importante. Llevamos demasiado tiempo esperando el momento de nuestra venganza y ningún niñato nos lo va a impedir ahora.

Sumidos en su intensa conversación, ninguno de ellos advirtió una figura que se escondía entre los árboles. Su secreto no estaba a salvo.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

El ático 2




La cabeza le empezaba a dar vueltas, no sabía como actuar, no tenía escapatoria posible. Todo a su alrededor lo confundía, nada le propiciaba el consuelo y apoyo que necesitaba con tanto fervor en aquel momento. ¿Quién le había llevado a aquel lugar tan espantoso? Y sobre todo ¿por qué?.

Ileas era a su parecer un chico normal como cualquiera de su edad. No tenía nada especial, nada que pudiera llevar a alguien a secuestrarlo.

Vivía en Groncesvalle, un pequeño pueblito a las afueras de Corbinay. Aquel pueblo estaba delimitado por enormes montañas, las cuales impedían ver la ciudad y todo lo que se encontraba más allá de esa gran muralla. Extensos de trigo cubrían una gran parte de su superficie mientras que en las zonas de mayor altitud se podían contemplar verdosos prados de gran tamaño.

La vida transcurría lentamente, como sucede en todos los pueblos, lejos de los ruídos y agobios que sufrían los habitantes de Corbinay. Aparentemente la mayoría de los habitantes del pueblo tenían un buen trato, salvo algún malentendido las discusiones no solían estar a la orden del día. Su familia era muy humilde y nunca había tenido problemas relevantes con ningún vecino, todo el mundo los quería por su gran amabilidad y atención.

Sin embargo en Groncesvalle no todo era tranquilidad. Desde hacía muchos siglos circulaba una leyenda por el pueblo que se había transmitido generación tras generación. Algo tan terrible que mantenía inquietos a todos los habitantes temiendo que algíun día se pudiera llegar a cumplir. La leyenda databa de 500 siglos atrás, cuando el pueblo había sido atacado por seres que nadie había llegado a identificar. Numerosas versiones se crearon el respecto; muchos hablaban de bestias salvajes otros de seres endemoniados. Realmente nadie sabía con certeza que había pasado allí.

Entre los objetos que no fueran destruídos se encontró uno que llamó particularmente la atención de los posteriores habitantes del pueblo. Un pergamino escrito en una tinta muy roja advertía de un gran peligro. Lamentablemente un fragmento del pergamino se encontraba quemado por lo que no se podía leer todo su contenido. La parte legible comunicaba lo siguiente:
“ Nadie, absolutamente nadie saldrá con vida de este pueblo. Un día todos los planetas se alinearán y en ese momento el caos será terrible. El daño que habeis echo lo pagaréis y no podreis escapar a vuestro destino. Solo…”

Ningún habitante sabía como continuaba la historia y eso les creaba una gran preocupación.




Las imágenes se acumulaban en su mente, toda su vida podía estar siendo destruída por algo ajeno a él o quizá más próximo de lo que se pensaba. Una gran fuerza comenzó a surgir en su interior, algo le decía que no se encontraba en aquel ático por una casualidad.

martes, 16 de septiembre de 2008

El ático



Todo oscuridad. En aquella habitación imperaba la más sórdida oscuridad que uno se pueda imaginar. Un lugar en el que nadie estaría dispuesto a pasar un solo segundo de su vida. Un lugar que podría enloquecer a cualquier ser viviente.

El ambiente silencioso contribuía a que aquel entorno se volviera todavía más espeluznante y tenebroso. Sin embargo, algo rompía aquel silencio. Una respiración entrecortada y agitada se podía apreciar claramente en todos los rincones de aquella misteriosa habitación. Un joven de unos dieciséis años yacía casi inconsciente en un suelo mugriento donde únicamente había suciedad y donde solo las ratas podrían sobrevivir.

Poco a poco el joven fue recuperando la consciencia. Se llamaba Ileas y no sabía donde estaba ni que era lo que estaba haciendo allí. Su mente estaba completamente confusa y la gran oscuridad que lo rodeaba le complicaba mucho más intentar reconocer el entorno en el que se hallaba. Con el paso de los minutos pudo reconocer objetos que lo rodeaban y cada vez apreciaba con mayor detalle como era aquella habitación en la que se encontraba. Le parecía estar en una cárcel pues únicamente un pequeñísimo ventanuco lo comunicaba aparentemente con el exterior.

Unos ínfimos rayos de luz atravesaban el ventanuco que estaba protegido con gruesos barrotes de hierro. En la pared del cuarto había innumerables agujeros y estaba pintada en un tono lúgubre. De repente, Ileas se dio cuenta de que había algo en aquella pared, algo en lo que no se había fijado anteriormente. Unas letras de un rojo intenso decoraban la pared y en ellas se podía leer BIENVENIDO A CASA. Ileas apresuradamente tocó aquellas letras y pudo comprobar que sus manos se manchaban de una tinta rojiza lo cual le hizo saber que aquel mensaje había sido escrito recientemente y sabía que era para él.